El paisaje es la principal peculiaridad de los belenes barceloneses y lo encontramos representado en los dioramas que hace la Asociación de Pesebristas de Barcelona, fundada en 1863. El relieve, la perspectiva y la profundidad son los tres elementos básicos y necesarios para crear un paisaje más realista, que al mismo tiempo es una característica del pesebrismo barcelonés, llamado también la escuela de Barcelona. El año 1912, el pesebrista Antonio Moliné creó una nueva técnica con la que sustituía el corcho por el yeso de escultor para representar el paisaje y simular con realismo las montañas, los prados y los árboles. Cuando contemplamos estos paisajes sentimos ganas de salir a descubrir nuestro entorno y apreciar nuestra tierra.
Como dice Josep Maria Garrut, “el pesebre, como poesía que es de Navidad, una Navidad hecha plástica, no tiene fronteras”. Contemplar estos dioramas donde las figuras de los pastorcillos de la montaña se apresuran porque, como dice el villancico, ya ha nacido el Rey de los cielos, nos hace revivir y adentrarnos en el verdadero misterio de Navidad, Jesús nacido en el establo, Dios hecho hombre.