Vuelta a los orígenes y renovación espiritual. El románico
(siglos XI-XII)
A lo largo de la edad media, el espíritu de reforma surgía a menudo en medio de una Iglesia demasiado acomodada a los poderes temporales. El abad y obispo Oliba protagonizó a principios del siglo XI, con la condesa Ermesenda de Barcelona, un movimiento de renovación que culminó con la restauración material y espiritual de la canónica de Barcelona y la fundación de un comedor de pobres que se convertiría en la Pia Almoina.
Al final de esta centuria, la reforma gregoriana buscaba un retorno a los orígenes del cristianismo y una profunda renovación espiritual de la Iglesia para poner fin a los abusos de los señores feudales y la simonía. El obispo san Olegario tuvo un papel primordial y una gran influencia, también política, como consejero de la casa condal.
Los condes de Barcelona, ya independientes del reino franco, rompieron la dependencia de los obispados catalanes del arzobispado de Narbona, recuperando la sede metropolitana de Tarragona. San Olegario fue nombrado arzobispo de Tarragona en 1131 e inició su repoblación y reconstrucción.
La parroquia, referente cultural, social y espiritual
A partir del siglo XI, la parroquia se convirtió en una institución de vital importancia, tanto desde el punto de vista social, como de la administración eclesiástica. Unidad geográfica de referencia, está en la base de la red municipal actual. La iglesia es un espacio compartido por sus habitantes y utilizado para actividades muy diversas, que a partir del movimiento de “paz y tregua” estarán protegidas de la violencia feudal. Gracias a la sagrera, un terreno sagrado e inviolable de treinta pasos que rodeaba a las iglesias consagradas, se formaron muchos de los núcleos de población que ahora conocemos.
El obispo san Olegario consagró muchas de estas iglesias, dotándolas de su sagrera. Las excavaciones arqueológicas han permitido poner al descubierto los abundantes silos que servían para guardar el grano de los campesinos y los frutos de los diezmos que recibía la parroquia, que a menudo en siglos posteriores fueron percibidos por los señores feudales.